El académico Charles Thraves, distinguido como el mejor docente de pregrado por nuestro departamento y la Universidad de Chile, inició su trayectoria en 2005 como estudiante de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Tres años después, optó por especializarse en Ingeniería Industrial. Posteriormente, cursó el Magíster en Gestión de Operaciones (MGO) de nuestro departamento y emprendió un viaje a Estados Unidos para realizar su doctorado en Gestión de Operaciones en el MIT. En 2017, regresó a la Universidad de Chile como académico de Ingeniería Industrial, donde desde entonces ha dedicado su carrera a la docencia y la investigación con pasión y compromiso.
En esta entrevista reflexiona sobre su trayectoria, su enfoque en la enseñanza y las innovaciones que han marcado su estilo como profesor. Con una metodología basada en desafíos reales y el compromiso de formar profesionales competentes, Thraves nos comparte su visión de la academia y su evolución como docente.
Cuando me titulé, no estaba completamente seguro de optar por la vida académica. Sin embargo, hacia el final de mi doctorado, me incliné por este camino. La academia combina docencia e investigación, y ambas áreas me interesan profundamente. En particular, la docencia siempre me ha apasionado. Desde mis días como estudiante fui profesor auxiliar en varios cursos, de investigación operativa y otras asignaturas del magíster. Incluso fui reconocido dos veces como el mejor auxiliar en ese entonces. Este interés por la enseñanza ha sido una constante en mi trayectoria. Así que podríamos decir que la docencia siempre fue algo que me motivó desde tiempos que yo era estudiante.
-Yo creo que, incluso desde que empecé, han evolucionado pues siempre voy probando nuevas cosas. Mi enfoque ha evolucionado significativamente con el tiempo. Cada semestre pruebo nuevas estrategias y ajustes que considero útiles. Por ejemplo, en mis clases siempre inicio con una pregunta basada en un contexto real que los estudiantes no pueden resolver con sus conocimientos actuales. Durante la clase, construimos juntos la respuesta y reflexionamos sobre el concepto aprendido, ya sea un teorema, propiedad o método. Esto último es muy importante, pues no solo les muestra a los estudiantes la aplicabilidad de la materia en el mundo real, sino que también los desafía en un contexto.
Además, implemento “ejercicios sorpresa” que incentivan el estudio constante y evalúan contenidos de la clase anterior. Entonces todas las clases, hay una caja con bolitas de color blanco y azul. Si sacamos una bolita de color blanco. significa no pasa nada, pero la bolita de color azul, significa que hay ejercicio, entonces ni siquiera yo sé si es que vamos a hacer un ejercicio o no.
También creo en la importancia de instancias como las horas de consulta, donde los estudiantes pueden aclarar dudas de forma personalizada con los auxiliares. Todo esto apunta a que los alumnos comprendan la materia y desarrollen habilidades que les serán útiles más allá del aula.
Alguien podría preguntarse: “Bueno, ¿de qué sirve todo esto?” La respuesta es que la práctica es fundamental. Si durante los ejercicios surgen dudas, los estudiantes siempre pueden resolverlas durante la hora de consulta. Intento organizar todo de manera que tengan la mayor cantidad de oportunidades posibles.
Como docente, especialmente en el rol académico, a veces ocurre que nadie quiere ser el “verdugo”. Existe cierta reticencia, como una especie de culpa por ser estricto, aunque no todos lo sienten de la misma manera. Sin embargo, al ofrecer herramientas como estas, estoy proporcionando oportunidades que permiten a los estudiantes no solo mejorar sus notas, sino también demostrar que están haciendo un esfuerzo significativo por aprender.
Además, he implementado algunas innovaciones en el curso. Una de ellas es un sistema de “banco de días” para las tareas. Los trabajos se realizan en grupos de dos, pero si alguien desea hacerlo individualmente, también puede. Cada tarea tiene una fecha de entrega fija, pero los estudiantes cuentan con dos días adicionales que pueden usar para entregas atrasadas sin penalización. Estos días son acumulativos para todas las tareas del curso. Esto les da flexibilidad, pero también los hace responsables de administrar sus propios recursos.
Desde el principio del curso, leemos juntos el “contrato social de manejo”, donde se establecen claramente estas reglas. De esta manera, los estudiantes saben exactamente a qué atenerse. Mi intención es fomentar su responsabilidad. Por último, mantengo la nota de eximición del examen sin cambios. Esto asegura que los alumnos que no lograron eximirse puedan demostrar su capacidad para responder preguntas generales y abarcar toda la materia vista en el curso. Para mí, es importante evaluar su comprensión integral, más allá de los controles parciales.
-Me esfuerzo por garantizar que los alumnos que aprueban mis cursos tengan las competencias necesarias para enfrentar los desafíos futuros. Esto es fundamental no solo para ellos, sino también para la sociedad. Aprobar sin dominar los conocimientos sería perjudicial, no solo para el estudiante, sino también para la institución y las organizaciones donde trabajará en el futuro. Prefiero reprobar a un alumno que no sabe antes que aprobarlo sin estar preparado pues Una reprobación, en cierta manera, es una nueva oportunidad de rendir el curso y lograr así los objetivos de aprendizaje.
Al final, el objetivo es formar profesionales competentes que aporten al bien mayor de la sociedad. Un título sin las competencias adecuadas puede generar más daño que beneficio.
-Es un orgullo y una satisfacción enorme. Estoy agradecido con quienes votaron por mí, especialmente los estudiantes. Este reconocimiento tiene un valor especial porque el curso que imparto no es sencillo y tiene tasas de reprobación medianas o altas. Saber que los alumnos valoran el esfuerzo detrás de la enseñanza, incluso en un contexto exigente, me motiva a seguir mejorando.
Además, este premio refleja que las estrategias y el trabajo que hemos implementado en el curso están cumpliendo su propósito: formar ingenieros competentes que puedan marcar una diferencia en sus futuros entornos laborales.
-Mi metodología sigue evolucionando. Cada semestre o año implemento cambios y ajustes para mejorar. No sé exactamente qué cambiaré a largo plazo, pero estoy seguro de que buscaré siempre lo mejor para mis estudiantes. También valoro mucho el trabajo en equipo con los auxiliares y los coordinadores de mis cursos, quienes desempeñan un rol crucial en la ejecución y gestión del curso.
Espero que este espíritu de innovación y mejora continua siga marcando mi estilo de enseñanza y que las próximas generaciones de estudiantes también puedan beneficiarse de estas metodologías.
Entrevista: Marta Apablaza