21 de julio de 2025 | Equipo de Vinculación
El encuentro, titulado “IA: Tecno-optimismo o Tecno-pesimismo?”, fue parte del ciclo de charlas que promueve el diálogo crítico entre disciplinas y reunió a estudiantes, funcionarias/os y académicas/os de diversas áreas. Desde el inicio, Barros propuso una lectura realista del fenómeno: la IA generativa, explicó, es una herramienta predictiva altamente eficiente, pero carente de conciencia o comprensión.
“No es que entienda, sino que predice la palabra siguiente en función de millones de ejemplos anteriores. Esa fluidez nos engaña y muchos tienden a creer que hay inteligencia detrás de esas respuestas”, explicó el académico, subrayando la urgencia de construir una ciudadanía informada y crítica.
Riesgos, límites y oportunidades
Barros destacó que, pese a su potencia técnica, la IA aún falla en tareas que exigen pensamiento crítico, razonamiento complejo o creatividad genuina. “No esperemos que nos resuelva la vida. Hace bien algunas cosas, otras no las entiende y otras las hace mal. Pero como responde con convicción, genera una ilusión de verdad”, advirtió. También reconoció su utilidad concreta: “Yo uso ChatGPT todos los días. Es un gran asistente si ya tienes algo de información previa”.
Uno de los puntos que mayor debate generó fue el impacto de la IA en el empleo. Barros fue directo: “Si hoy alguien está estudiando programación básica, yo honestamente pensaría en cambiarme de carrera”, considerando la capacidad de los nuevos sistemas para generar código eficiente.
El profesor compartió ejemplos reales de transformaciones en el mundo laboral y cultural: plataformas educativas cerradas por obsolescencia, despidos masivos en el mundo del cine, y la creciente dificultad para distinguir imágenes falsas de reales. Pese a ello, invitó a evitar el alarmismo: “El punto no es prohibirlas, sino aprender a convivir con ellas de forma crítica”.
Ciudadanía crítica y regulación necesaria
Barros se detuvo también en la problemática de la regulación. Explicó que el marco legal va siempre por detrás del avance tecnológico: “Las leyes demoran años y cuando se aprueban, muchas veces ya quedaron obsoletas”. Mencionó debates urgentes sobre derechos de autor, transparencia algorítmica y posibles marcas de agua para imágenes generadas por IA.
Desde su mirada, fomentar el juicio crítico es clave. “No porque algo esté bien escrito significa que sea cierto. Debemos formar una ciudadanía que lea con desconfianza saludable”, reflexionó, comparando este nuevo alfabetismo con el escepticismo ante cadenas falsas en redes sociales.
Durante el diálogo con el público, una bibliotecóloga de la Facultad de Ciencias Sociales destacó el potencial de estas herramientas para apoyar a estudiantes con dificultades de aprendizaje, a lo que Barros respondió: “En muchos casos, la IA puede ayudar a nivelar la cancha. No se trata de demonizar la tecnología, sino de entender para qué sirve y para qué no”.
A modo de cierre, el académico dejó una imagen elocuente: “Estas herramientas son como un martillo: sirven para clavar un clavo o para golpear a alguien. La pregunta clave es cómo las vamos a usar. Y eso depende de nosotros, no de la máquina”.
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