Santiago pertenece a una zona que se vuelve crecientemente árida con el cambio climático. Los datos muestran una continua caída en las precipitaciones anuales, a una tasa lenta que parece haberse acelerado en los últimos años. La figura siguiente muestra el efecto desde las primeras mediciones existentes, pero no los últimos ocho años de megasequía, que deberían indicar una tendencia de caída aún mayor.
El clima en Santiago será más árido, y con el retroceso de los glaciares, en unas décadas dejarán de servir como reserva para los ríos de la Región en verano. No importa cuánto los protejamos, su desaparición es un resultado inevitable del cambio climático. De todas formas, la escasez de agua de largo plazo podrá resolverse, al menos para el consumo humano, desalando agua de mar y transportándola a Santiago.
El problema más interesante es lo que sucede en el período intermedio, mientras aún existen glaciares. Según Aguas Andinas, su producción anual de agua potable durante 2020 fue de 774 millones de metros cúbicos, unos 24 .5 m3/s. Pero devolvió a los ríos casi dos tercios como aguas limpias luego del tratamiento: 508 millones de metros cúbicos, es decir 16 m3/s. Además, parte del agua que no es reintegrada por Aguas Andinas es utilizada en riego de jardines, y algo infiltra las napas subterráneas, y otra parte son pérdidas en la red, que también se incorporan a las napas. Por lo tanto, el consumo neto de Santiago es menor a 8 m3/s, que es el agua que no pueden ser reutilizada por usuarios en el trayecto de los ríos al mar.
Según el Atlas del Agua del MOP de 2016, la escorrentía promedio (es decir el agua superficial en ríos) de la RM es de 103 m3/s. Hay además un flujo adicional de aguas subterráneas sustentables de 45m3/s en la Región. Esos 8 metros cúbicos por segundo, un 5% de las aguas de la Región, permiten atender a 8 millones de usuarios en la Región metropolitana, según Aguas Andinas. Es decir, en general no debería ser un problema el abastecimiento de agua potable en Santiago.
La agricultura de la Región, según el Atlas, utiliza 82,36 m3/s, de la que parte importante se evapora, perdiéndose para otros usuarios. Es lejos el mayor usuario de la Región. Le siguen los usos industriales (de los que no sabemos cuánto se recupera), con un 10% del total y el minero, casi insignificante con sus 0.9 m3/s.
¿Cuándo podría haber problemas en Santiago? En el consumo humano, una serie de años de sequía podría eventualmente agotar los embalses que alimentan a la Región Metropolitana. Eso no es imposible y el cambio climático lo hace cada vez más probable. Pero esto no es un problema del consumo de Santiago sino de la disponibilidad de aguas ese año en particular y del hecho que el agua que Santiago devuelve lo hace aguas abajo, pero el agua que requiere es aguas arriba.
Dado que es tan poca el agua que requiere Santiago en relación con la disponibilidad, los problemas pueden resolverse con inversiones relativamente limitadas. Primero, Aguas Andinas debería reducir las pérdidas en su red, lo que aumentaría la disponibilidad. Segundo, Aguas Andinas ha propuesto invertir en tuberías para devolver las aguas tratadas hacia las zonas de captación, para reutilizar esas aguas para potabilización. Estas medidas alejarían la posibilidad de que Santiago sea afectado por sequías durante décadas.
En casi todo el país, el problema del agua no es un problema del consumo humano. Cuando esto ocurre, se debe a falta de inversión. Petorca durante años ha sido utilizado por la propaganda en favor de una reforma de las Leyes de Aguas. Las TV muestra imágenes de la distribución con camiones aljibe y las quejas de los habitantes. Pero el problema del agua para uso humano en Petorca está resolviéndose con inversión en pozos profundos, redes de distribución, control de la extracción ilegal y compra de derechos (el Programa Agua para Petorca).1 La Ley autoriza que el Estado adquiera derechos de agua para consumo humano, y en Petorca, ya en 2020 se habían comprado 26 de los 33.5l/s requeridos (ampliados posteriormente a 47 l/s).
En Chile existen casi 1 millón de personas con deficiencias en el abastecimiento de aguas, principalmente en zonas aisladas. En todas esas zonas, un esfuerzo de inversión pública resolvería el problema. No es necesario cambiar las leyes, ni ello ayudaría a resolver sus problemas. Ni en Santiago, ni en la mayor parte de las regiones hay un problema de agua para consumo humano que no se pueda resolver mediante inversiones, las que ni siquiera son tan importantes. Otra cosa es la agricultura, que queda para otro capítulo de esta serie sobre el agua.
Nota: En la versión original, olvidé mencionar aquí un mejor manejo de cuencas, incluyendo las aguas subterráneas. De esa manera, las extracciones no superarían los montos sustentables.
Ronald Fischer
Blog Variación compensada
Crédito foto portada: Suez en América Latina