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“Las consecuencias sociales de los sistemas de admisión a la universidad”, columna Alejandra Mizala

Las diferencias por nivel socioeconómico que se observan en el acceso a las universidades son explicadas, en gran parte, por lo que ocurre en la educación escolar. La segregación socioeconómica tiene como resultado una segregación por resultados educativos, medido por pruebas tipo SIMCE, que está asociada al tipo de colegio en que se educan los y las jóvenes.

No obstante, el actual sistema de selección de educación superior puede reforzar estas diferencias. Esto ocurriría porque la PSU, al estar basada en el currículo escolar, puede afectar negativamente a los estudiantes de colegios que no alcanzan a cubrir todo el currículo o no cubran toda la materia incluida en la PSU, como es el caso de los establecimientos técnico profesionales. Si bien la inteligencia, las aptitudes para el estudio o el esfuerzo están uniformemente repartidos en la sociedad, el conocimiento no lo está.

Esto redunda en una sub representación de estudiantes de menor nivel socioeconómico en las universidades. El 13% de la matricula que asistía a las universidades del CRUCH pertenecía al 20% más pobre de la población, mientras que el 29% pertenecía al 20% más rico (CASEN 2011).

Esta situación no es deseable, no sólo desde el punto de vista de la equidad, sino también de la calidad de las instituciones. La falta de acceso a la educación superior genera una brecha de ingresos laborales futuros: mientras la tasa de retorno a la educación superior ronda el 20%, la de la educación media no llega al 10%. Por ello, construir una sociedad más equitativa pasa por mejorar el acceso de todos los jóvenes talentosos a la educación superior.

Desde el punto de vista de la calidad de las instituciones, éstas pueden ser fortalecidas en la medida que haya una mayor diversidad. Por una parte, sus estudiantes aprenden a interactuar con alumnos de diferentes contextos sociales y culturales. Por otra parte, la capacidad de los investigadores de plantearse preguntas se ve fortalecida cuando se trabaja en ambientes más diversos y las explicaciones y respuestas frente a los problemas incorporarán diferentes perspectivas y serán más completas y robustas.

Los estándares internacionales basados en una concepción moderna de la medición hacen hincapié no sólo en la necesidad de establecer la predictibilidad de los instrumentos, sino también sus consecuencias sociales. En Chile, la respuesta ha sido incluir indicadores de mérito y talento, como el Ranking de Notas. Su objetivo es establecer un proceso que seleccione a aquellos estudiantes que tendrán éxito en sus estudios superiores y que sea a la vez más justo y equitativo. El desafío es diseñarlo potenciando sus ventajas y evitando generar incentivos inadecuados.


Fuente: www.uchile.cl