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“Competencia bancaria y estabilidad económica”, columna Ronald Fischer

El año pasado la banca en Chile tuvo utilidades por USD 3.346 MM, es decir una fracción significativa de las utilidades de las empresas no mineras. En particular, los mayores bancos tuvieron una alta rentabilidad, medida tanto sobre activos como sobre el patrimonio.  Estas utilidades se han mantenido en niveles elevados por muchos años, y sin muchas fluctuaciones. Es por ello que muchos empresarios perciben que la competencia en el sector bancario es limitada, y que la consecuencia es menos acceso al crédito y que éste es caro.

Por otra parte, nuestro sector bancario parece ser sólido, y salvo algunos problemas recientes, no se han advertido dificultades incluso ante eventos como la crisis financiera de 2008. En parte, esto se debe a la estricta supervisión de la Superintendencia Bancos de Instituciones Financieras (SBIF), cuyas atribuciones fueron reforzadas luego de la crisis bancaria de principios de los 80, cuando el sistema bancario estuvo virtualmente quebrado.  El problema es que la estricta regulación de la Superintendencia no ha considerado la promoción de la competencia en el sector. En efecto, parece existir una relación entre el grado de competencia en el sector financiero -especialmente los bancos- y la estabilidad del sistema bancario, y de la economía  más generalmente. En tal caso, la SBIF ha privilegiado la estabilidad ante la competencia, pese a que la menor competencia significa una menor eficiencia del sistema bancario.

Numerosos investigadores en el área de finanzas se han preguntado sobre la real existencia de esta relación entre competencia y estabilidad del sector financiero. Pese a sus esfuerzos, los resultados empíricas y teóricas han sido contradictorias. En teoría, Boyd y Nicolo (2005), por ejemplo, observan que en un mercado menos competitivo, las tasas de los créditos son más altas, por lo que los proyectos que presentan los empresarios son más riesgosos. Asimismo, Carletti y Leonello (2012), observan que si la competencia en el sector bancario es intensa, los préstamos no son muy rentables, por lo que el costo de mantener reservas elevadas es bajo. Estos trabajos indicarían que sistemas bancarios más competitivos son más estables. Por el contrario Allen y Gale (2004) y otros  investigadores más recientes observan que son los bancos los que eligen el riesgo de sus créditos, y cuando las tasas son bajas, tratan de aumentar la rentabilidad prestando a proyectos más riesgosos. Este razonamiento indicaría que la competencia estaría asociada a menor estabilidad.

Los datos empíricos tampoco tienen respuestas claras. Al estudiar datos a nivel de bancos, de un solo país, tanto Edwards y Mischkin (1995) para los EEUU y Saurina-Sala, Jiménez y López (2007), para España, muestran que la competencia está asociada a mayor riesgo en el sistema bancario. Por el contrario, varios estudios que usan datos agregados de muchos países  (cross-country), como Demigurk-Kunt  y Zhu (2012), encuentran el resultado contrario. Por el contrario, Beck, Jonghe y Schapiro (2013) muestra que cuando los trabajos que usan datos agregados de países incorporan una variable que mide la calidad regulatoria, se vuelve al resultado de que la competencia aumenta la inestabilidad del sistema bancario.

En un trabajo reciente, Nicolás Inostroza, Felipe Ramírez y yo, hemos desarrollado un modelo teórico alternativo que muestra que la competencia bancaria aumenta la inestabilidad del sistema bancario, así como la inestabilidad de la economía. El modelo supone que los bancos pueden ser afectados por un shock real, como ocurrió con el virus ISA que afectó a la industria salmonera. Estos shocks hacen que las empresas afectadas deban renegociar sus créditos o hagan default. Al retrasarse o reducirse los repagos de créditos, los bancos terminan con menos capital que sin shock, pues los  depositantes y ahorrantes tienen primera prioridad sobre los recursos del banco. Debido a que los bancos deben respetar normas de adecuación de capital, al reducirse su capital y reservas se ven obligados a reducir sus préstamos. En particular, deben reducir los préstamos de capital de trabajo, lo que afecta la actividad de todos los sectores. Este efecto amplifica el shock inicial, ya que los bancos prestan múltiplos de su capital y reservas.  Debido a que la competencia aumenta el apalancamiento de los bancos, este efecto amplificador del shock inicial será mayor en un sistema bancario más competitivo. En tal caso, más competencia tiene asociada más inestabilidad del sistema bancario y de la economía nacional.

El modelo permite explicar fenómenos que se observan en las crisis, tales como la relajación regulatoria (regulatory forbearance). En una crisis del sector bancario, el regulador acostumbra hacer la vista gorda a violaciones de las reglas de adecuación de capital. Esto reduce el impacto amplificador del shock inicial sobre el resto de la economía. El modelo muestra que esto es lo que ocurre si la relajación es una sorpresa para los bancos. Sin embargo, el modelo también permite deducir que si los bancos suponen que el regulador relajará las reglas en respuesta a un shock, aumentarán sus préstamos, por lo que el efecto de la anticipada relajación regulatoria es ambiguo, y podría aumentar la profundidad de la crisis.

El modelo parece representar razonablemente bien los principales impactos de la competencia en el sector bancario, mostrando que existe un trade off entre estabilidad del sistema  y los beneficios de las menores tasas cuando hay mayor competencia. No es fácil para el regulador determinar si ha elegido el punto óptimo en el espectro de mayor a menor competencia. Sería interesante refrendar este modelo teórico con la evidencia proveniente de los datos empíricos.

Publicada en newsletter Centro de Finanzas, Ingeniería Industrial