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Patricio Meller y Felipe Balmaceda en foro estudiantil “El lucro en la educación”

El 2 de agosto, y en tiempos en que la educación vive momentos críticos, los académicos de Ingeniería Industrial aceptaron la invitación para conversar con los alumnos, en el marco de un foro que analizó el lucro en este sector. La actividad fue organizada por la Comisión de Foros del Centro de Estudiantes de Ingeniería de la Universidad de Chile, la cual también contó con la participación de Leonardo Basso, Profesor de la División Ingeniería de Transporte de la U.

Durante su exposición, y ante una audiencia que repletó el Auditorio Gorbea de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Patricio Meller sostuvo que el lucro en la educación tiene distintas dimensiones: una legal, según la cual por ley están prohibidas las instituciones con fines de lucro y lo que plantea el tema de si debieran o no existir; una arancelaria y de calidad, y una ideológica, “el concepto central de universidad es que sea pluralista y que sus profesores sean seleccionados por su calidad docente, no porque piensen similar a los dueños”, aseveró el académico.

Sobre la primera dimensión, Meller aseguró: “La evidencia empírica demuestra que el efecto de las universidades con fines de lucro en la educación superior es crucial, ya que un gran porcentaje de los estudiantes, preferentemente de los quintiles más bajos de la población, accede a la universidad porque existen instituciones con fines de lucro”. 

Un hecho no menor si se considera, tal como recordó Meller en su intervención, que el principal mecanismo de movilidad social en Chile es el ingreso a la educación terciaria.

En relación al tema arancelario, el investigador fue tajante: “Las universidades chilenas tienen, en promedio, los aranceles más caros del mundo por PIB per cápita, lo que significa una importante carga de deuda para las familias y los jóvenes estudiantes”.

Un escenario que, a su juicio, obliga a la necesidad de que existan centros de estudiantes que velen por la calidad de la educación, parte de las propuestas del gobierno.

“Tenemos que empujar la idea de que existan claustros académicos en las distintas universidades y que la contratación de profesores pase por ellos”, señaló. 

En materia de lucro, Meller cuestionó el hecho de que las universidades tengan o no fines de lucro sea el problema principal que afecta al sector educación y, en este escenario, opinó que más bien desvía el debate de los temas de fondo. Entre ellos, la privatización de la educación superior, cuyos elevados aranceles tienen que ser financiados por las familias chilenas, y el problema ideológico de algunas universidades privadas. De aquí que sostuvo que cuando se empuja la idea contra el lucro también se va contra el sistema capitalista que conlleva la maximización de las utilidades y motor de crecimiento de las empresas y los países.

“¿Por qué está bien que exista el lucro en las clínicas, en los Centros de Formación Técnica o en los Institutos Profesionales y no en las universidades?”, cuestionó.

“Creo que los estudiantes ganaron la pelea de fondo, no van a existir  universidades con fines de lucro. Sin embargo, va a pasar lo mismo de antes. Las universidades que lo quieran van a inventar mecanismos para tenerlo, los que van a bypasear el sistema, aunque exista una Superintendencia de Educación. Por eso es importante que los presidentes de los centros de alumnos integren el consejo consultivo de esta Superintendencia”, concluyó

Felipe Balmaceda, por su parte, coincidió con Meller en el sentido de que si bien el lucro es relevante, escapa al tema de fondo: una educación de calidad y quiénes acceden a ella.

“Es una lástima que la discusión se haya centrado en la periferia”, aseguró el académico ante una atenta audiencia conformada en su mayoría por estudiantes de ingeniería.

Hecho este primer diagnóstico, Balmaceda dijo estar convencido de la importancia de la libertad de elección, en todo orden de cosas y entre ellas dónde educarse, “así sea en una universidad ideológica”. Incluso más: “No veo ninguna razón para que no haya universidades que lucren y universidades gratis. La gente al optar por alguna de ellas, eso sí, debe saber lo que está eligiendo y el problema es que el chileno promedio no tiene esa información”.   

Junto con esto, el académico sostuvo que el tema de fondo en educación no pasa por el lucro sino que por asegurar su calidad. En este sentido, señaló que es necesario asegurar una institucionalidad en la que cada individuo pueda elegir lo que cree es mejor y, en consecuencia, pague un precio correcto por ese servicio.

“Un buen sistema educacional debiera asegurar que todas las personas accedan a un crédito razonable, con tasas de interés también razonables”, afirmó Balmaceda.

A partir de lo anterior, el investigador hizo un llamado a centrar la discusión sobre qué es lo que los estudiantes esperan del sistema educacional y qué están dispuestos a hacer por él”.

“¿Dónde están las grandes propuestas de los alumnos sobre una educación de calidad? ¿Cómo vamos a mejorarla?”, lanzó Balmaceda.

Concluyó:

“Las diferencias sólo se van a subsanar si proveemos educación de calidad a todos los chilenos y determinamos cómo y cuándo lo hacemos. Esa discusión no está presente y se perdió una oportunidad histórica para debatir sobre esto. El lucro y el financiamiento son importantes, pero hay que preguntarse qué calidad de educación queremos financiar”.

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